Visita al Computerspiele Museum, Museo del Videojuego de Berlín

Hace 10 años visité Berlín con mi pareja y paseando por la Avenida Karl Marx me llamaron la atención unas ventanas en las que se veían figuras de juegos de Super Mario hechas con post-its de colores. Un tiempo después me topé con este artículo de Bieno64 en CommodorePlus y descubrí que aquellas ventanas pertenecían al Computerspiele Museum, al Museo del Videojuego de Berlín, y me prometí que si volvía a la capital alemana, obligatoriamente tenía que pasar por este museo.

Y así ha sido. Este verano he vuelto con la familia a Berlín y lo primero que hicimos fue visitar este museo. Y nos llevamos una impresión muy positiva. El local es un espacio no muy ancho pero bastante alargado en el que hay secciones similares a las que podemos encontrar en otros museos del estilo como el Vigamus de Roma, pero contiene algunas peculiaridades que lo convierten en un sitio de especial interés.

 

Entre las cosas típicas están las estatuas que representan a varios personajes de videojuegos como Link, Lara Croft o Rayman, las vitrinas con los principales sistemas de videojuegos de la historia, los paneles explicativos ordenados cronológicamente, una área de realidad virtual (fuera de servicio), ordenadores (un C64 con el Moon Patrol) y consolas para jugar, o las dos zonas arcade repletas de máquinas en modo de juego gratuito.

 

Los paneles explicativos contienen la típica información sobre cada época o hito del videojuego, pero se intercalan temas complementarios como los juegos por correspondencia, la demonización de los videojuegos, información con la media de edad de los videojugadores alemanes o polémicas en aquél efímero invento llamado Second Life (que Mark Zuckerberg parece querer resucitar con su Meta). Todo en inglés y alemán únicamente, eso sí.

 

Varios paneles tienen una pantalla con animaciones cuyo reproductor manejamos con el clásico joystick Competition Pro, todo un detalle.

 

Uno de los atractivos del museo está en las máquinas de la RDA (República Democrática Alemana, la extinta Alemania comunista) que se muestran en él, como algún ordenador o una réplica del pong, máquinas desfasadas y escasas en aquél país, por desgracia.

 

Pero la que más me llamó la atención es una recreativa "POLY PLAY" que, según el museo, es la única recreativa de videojuegos fabricada en la RDA en un número de 1.000 unidades. Es una máquina multijuegos, de gráficos muy simples (aparentemente sin sprites, todo a base de caracteres), con sonidos sencillos, y con títulos con mecánicas que recuerdan a clásicos como Pac Man, Super Sprint, Horace Goes Skiing o Space Invaders, pero con una calidad inferior, aunque entretenidos.

 

Otra curiosidad es un videojuego de tablero (o así lo interpreté yo) en el que hay 4 PCs bastante antiguos jugando entre ellos, sin ningún humano de por medio. Cada pantalla muestra un texto del color de su ficha con los últimos movimientos y en el centro hay una pantalla con las fichas, que se mueven cuando a un PC le toca jugar.

Uno de los videojuegos más curiosos que tienen allí es uno de conducción manejado mediante una bici estática: cuanto más pedaleas más corre el coche, y la dirección se cambia pulsando unos botones en el manillar. Es otra forma de hacer ejercicio y jugar a videojuegos a la vez.

 

Si habéis visitado el Museo de la DDR de Berlín (que también os recomiendo, ya que ahora es aún más interactivo que hace 10 años), habréis visto unas habitaciones decoradas como las estancias de la típica vivienda de la RDA. En este museo tienen espacios similares decorados al estilo alemán de los 80s-90s en los que hay máquinas para jugar, como un C64, un Amstrad PC1512, una Playstation o una NES, además de un teléfono en el que tenemos que adivinar qué sonido suena y meter la respuesta en su teclado.

 

Sobre las zonas arcade, hay dos muy diferentes: una muy luminosa con máquinas noventeras y varias de conducción (Pole Position, Crazy Taxi, Sega Rally), y otra más oscura con máquinas muy clásicas (Tetris, Donkey Kong, Asteroids o Xevious) que recordaba bastante a los clásicos salones recreativos de mala muerte en la que sólo faltaba el humo del tabaco y el encargado malcarado.


Por último, mencionar la tienda en la que podíamos comprar merchandaising de temática videojueguil, incluyendo la típica camiseta del C64, a unos precios más adecuados al bolsillo alemán que al español, eso sí.

 

Saludos.



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